Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaria escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo. SALVADOR ELIZONDO, El Grafógrafo.

sábado, 10 de abril de 2010

Y.. ¿qué quiere la mujer?


Esta es la clásica pregunta que desde décadas ha circulado en el ámbito psicoanalítico intentando responder qué es aquello que más motiva y mueve las fuerzas pulsionales de lo femenino y hacia dónde se dirige su principal intención de vida. La respuesta, durante años, fue desmoralizante. Pero, hoy, ya tenemos esbozos que van dando luz a esta trascendental pregunta. Primero, aceptaremos que no hay una única intención. Veámoslo.

En un comienzo, tener esposo, hijos y cuidar su familia aparecía como “la felicidad”, era el deseo, pero se vio que este trueque por lo fálico no resultó ser lo que más quería. Pronto se descubre que “el deseo de no ser abandonada” podía ser el eje de su vida. Pero este pedido no aclara el sentido de ese miedo. ¿Protegerla de quién? ¿De la soledad o de ella misma? De esto último nace también otra pregunta: ¿No será que lo que ella quiere es protegerse de la tentación de una nueva pasión? Esto se observa en las distintas historias de amores femeninos revisados.

Finalmente, encontramos otro destino de amor: “el amor loco”, el amor que mata o se mata, que se explica con los tantos suicidios y homicidios luego de un abandono. Cuatro destinos válidos, pero ninguna certeza. Mejor seguir pensando que su manera de gozar puede ser otra no tan vinculada a la experiencia fálica, sino a una experiencia oceánica, menos torpemente masculina, algo mística y que pasa más por la ternura.

Imagen:Lowon
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