A pesar de lo ridículo y patético que se ve -y debe ser por eso- atrae nuestra atención.
Uno se sienta un rato a distraerse viendo lo que nos tiene la televisión, y se da cuenta que en la mayoría de los programas tienen en sus filas la presencia algún personaje homosexual. Esta persona, ya sea un mero homosexual o un imitador, es el centro de las miradas, como conductor del espacio o como un invitado. Parece que el incluirlos en sus segmentos se está convirtiendo en un ingrediente esencial en la búsqueda insaciable de algunos puntitos más de audiencia por parte de los señores de la tele.
La participación gay en la pantalla chica cautiva a los ojos curiosos; pero, a mi parecer, no de la forma que ellos esperan. Confiarán, seguramente, que con sus apariciones demuestran lo normal de su desenvolvimiento y la abolición de la discriminación que padecen. Creo que se equivocan.
El comportamiento que tienen, de por sí, ya es algo cómico. Se trata de una parodia de las maneras propias de una mujer. Ellos, al no ser poseedores de una genuina naturaleza femenina, se portan torpes, haciendo exageraciones en sus ademanes, gestos y posturas, acciones que despiertan la gracia y la burla en los demás.
Por ejemplo, el señor Carlos Vílchez, que en Lima Limón interpreta a la popular ‘Carlota’, que es el foco, la chispa del programa del mediodía. En los sketchs de los cómicos que salen los sábados en la noche, no falta uno que la pegue de gay y se encargue de hacernos carcajear. Paolín y Kenyi, de El Especial del Humor, son los que se llevan mis mejores aplausos. Siguiendo la línea, y concluyendo, los estilistas Carlos Cacho y Koki Belaunde, sin hacer mayor esfuerzo, me parecen unos payasos; aunque no lo busquen.
Imagen: LOWON
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