Te aprisiono en mis brazos para que te vayas,
para ver si con la lluvia de mi costado escapas,
y, te encuentres mañana, acariciándole las alas;
y yo, aquí, compartiendo el lecho con fantasmas.
Tus alegrías me dan la espalda,
me ignoran, me largan y dejan de lado.
Esquivas mis voces, mis rezos y tratos.
Suplico piedad y retiras tu mano.
Acabo de rodillas, humillado en el fango;
los brazos caídos, rendidos de cansancio;
con la poca dignidad hecha pedazos,
con la fe gacha y los pies desterrados.
No sé si de verdad te amé,
quiero creer que de un hechizo desperté.
No sé si de verdad que quise,
quiero imaginar que nunca estuviste.
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Imagen: LOWON