Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaria escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo. SALVADOR ELIZONDO, El Grafógrafo.

jueves, 22 de octubre de 2009

Amor, valor y dolor.


-Esta noche lo haré.

Lo noté ansioso, hasta extasiado.

-¿Estás seguro?, siempre dices lo mismo, y nunca lo haces.

-De verdad, ¿quieres ver? Oh, ahí está. Se ve tan bonita con ese vestido…

Se quedó mirándola un largo rato, con la boca ligeramente abierta. Se la comía con los ojos.

-No creo que te atrevas. Oe, reacciona, estás haciendo el ridículo, te están viendo los demás.

No me escuchó.

Había dicho lo mismo tantas veces y con otras tantas señoritas, que sus ímpetus de enamoradizo ya no me impresionaban. No le creía.

Ay, ese era uno de sus mayores defectos, mejor digámosle, una de sus manías: enamorarse a cada momento. Las ilusiones amorosas te tenía desaparecían de la misma manera que nacían, de la nada. Ay, muchacho, cuando cambiarás. Todas, bueno, para no exagerar, la mayoría de las chicas que veía, y que él consideraba bonitas, no escapaban para entrar en su lista de delirios adolescentes. Ahora su nueva obsesión había llegado –me volví- y estaba saludando al grupo de amigos a cual se unía. Y por supuesto, él continuaba sin despegar la vista de ella.

Percibí un ligero brillo en sus ojos. Era como ver a un niño frente a la vitrina de una tienda de juguetes. ¿Esta vez será en serio? ¿Debía creerle? ¿Se atreverá?

No, no lo hará. Para eso se necesita valor, mucho valor.

-Con esto tomaré valor.

Se sirvió lleeno, más que lo normal. Glu, glu, glu. Vaya forma de tomar. Se lo acabó en un instante, y pasó de frente con la segunda.

-Ahhh…

Se limpió la boca con la maga del saco. Los ojos se le abrieron como platos, parpadeó un par de veces. El trago sí que era fuerte. Me dio risa al verlo en ese estado. Me entregó el vaso y volví a llenarlo al tope. Se lo entregué chorreando.

-Mejor una más, por si acaso.

Me recibió sin contestarme y, nuevamente, se lo tomó de golpe. Ahora los ojos se le volvieron llorosos y algo confundidos. Se sacudió la cabeza. Una mueca graciosa se dibujo en su rostro, como tratando de recordar algo.

-Creo que exageraste, ah. Ja, ja, ahora no sabrás ni qué decir. Oye, ¿a dónde vas?
Súbitamente se levantó de su asiento.

-Ya vengo.

Y con el rostro serio y a paso lento pero firme, se perdió entre la demás gente. Se dirigía hacia… hacia, bueno, creo que es obvio ¿no?
Sí, ahí iba un héroe, a enfrentarse a lo desconocido, a conocer la gloria o morir en el intento. Un mártir que hizo de lado al miedo, se bebió su vergüenza y escupió la timidez. Quizá recibió con un poco de ayuda del alcohol pero igual, no había que quitarle crédito a su actuar.

Aunque no lo veía, me lo imaginaba. Guiado por una locura irresistible, avanzaba, ¡Sí, hazlo!, avanzaba ¡No te detengas!, avanzaba ¡Ya falta poco, unos pasos…!

.....

Cuando volvió estaba sonriente, feliz.

-¿Y?

Tomó un trago, y se quedó viendo el vaso, que estaba a medias, como si se tratara de un objeto raro, haciéndola rotar entre sus dedos, la examinaba detenidamente.
-Nada -hubo una pausa- ¡Que se vaya a la mierda!

Diciendo esto se terminó el resto.

No entendía. Giré la cabeza, la busqué. Allí estaba, mejor dicho, estaban. Bailando en el centro de la pista, abrazados… besándose.

Sonrió de nuevo, hice lo propio, luego una carcajada, le seguí. Y los dos:

-JA, JA, JA... ¡Por ellas! ¡SALUD!


Lp7
Imágenes:LOWON.

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