Sabes, ha pasado tiempo desde nuestro encuentro. ¿Te acuerdas? En ese entonces creí, quise creer que todo había terminado. Al principio no lo acepté, me decía que cómo podía terminar algo que ni siquiera había empezado. Luego, me obligué a hacerme la idea que todo debía quedarse así, que si las cosas no se daban, no tendría por qué forzarlas. Y en momentos parecía que el olvidarme de todo se había cumplido, que me eran indiferentes las cosas con respecto a ti. Pues, me mentía. Nuevamente, poco a poco, con el pasar del tiempo, todo lo que sentía por ti volvía a retoñar. No, nunca se había borrado, como pensaba, siempre estaba ahí, dentro de mí, aguardando el momento para florecer de nuevo, cuando dejase por fin de reprimir el querer para contigo. Fue cuando, de repente, toda esta verdad se me presentó de golpe y me dijo que no podía fingir más, que no debía continuar engañándome.
Al principio me conformaba solo con verte; así iba alimentando mis ansias, mis ganas de poder decirte lo que he ido callando hasta ahora: Que quiero que me creas cuando te digo que te quiero; que quiero que me dejes ser el que camine a tu lado; que entiendas este gran cariño que estoy sintiendo por ti; que me permitas tomarte de la mano, y que, simplemente, me digas… me digas… que sí.
Imagen: LOWON.
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