Fue ella quien disparó, así sin más. Resultó certera en su intento de
victimarme. Me reventó el pecho cuando me dijo que no iba más. No comprendí, no
comprendo, le dije. No me contestó. Le rogué, le dije por qué. Partió.
Sus palabras parecían recién alcanzar a mi cabeza. Se… se fue…, pensé.
Los grifos de mis ojos se abrieron. Lloré. Parpadeaba repetidas veces mientas
el dolor fluía por mi cara, mojándola toda. Se había marchado el amor de mi
vida y había llegado a mi lado la muerte. Sollocé con más fuerza. Duele de
verdad, te partes a la mitad de tanto sufrimiento. Un cubito de hielo te
recorre del cuello al vientre, y en viceversa, y se pasea así, una y otra vez.
Seguí llorando, hasta ahora.
Pero, de improviso, me puse de pie. Restregué lo húmedo de mi cara y
caminé. Un suspiro traicionero se dejo escapar. Tomé el valor que me quedaba,
saqué el poco aliento de los bolcillos; corrí como si tuviese tres piernas, la
tomé del brazo, la tuve de frente, le dije… le dije…
No recuerdo qué le dije. No importa lo que hablé. Solo se quedó
viéndome. Sus ojos temblaban. También rompió en llanto.
Nuestros labios enmudecieron, nuestros ojos lloraron. Así nos quedamos,
es así como la recuerdo y así quiero recordarla. Nuestos ojos llorosos,
nuestros labios sonriendo.
Imagen: LOWON
7
lindo como too lo q escribes!!!!
ResponderEliminarperdoname..... infinitas veces siete perdoname