Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaria escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo. SALVADOR ELIZONDO, El Grafógrafo.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Quedamos dos.


Hoy soy la sombra de un recuerdo que tuvimos,
el zapato viejo que arrojaste al vacío.
Me abandonaste sin regalarme los motivos,
con niño en brazos me quedé solo y confundido.


No era su padre, eso lo supe desde el principio;
aun eso lo tuve y lo firmé con mi apellido.
Ahora te marchas. Anda, búscate otro marido.
Maldito el día en que la doña te ha parido.


Tiene tus ojos, sus cabellos se parecen los míos
jugamos juntos y a carcajadas nos reímos.
Me dice: “papi, tú eres mi mejor amigo”,
y por la noches con la tele prendida nos dormimos.


Te agradezco por, de la casa, haberte ido,
por librarme de una vida insípida contigo;
de tener que aguantar las críticas de tus hermanas y tíos,
y peor todavía, de tus viejos, que me tildaban de vago y mantenido.


Formé mi propio hogar al lado de este hijo.
Está creciendo bien rápido, tiene seis años cumplidos,
está por terminar el primer grado y ya lee de corrido.
No tiene muchos amigos por su calidad de introvertido,
“Eso no importa papito, porque te tengo conmigo…”

¡FELIZ CUMPLEAÑOS, PA!
Gracias por estar ahí...


7.
Imagen: LOWON