Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaria escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo. SALVADOR ELIZONDO, El Grafógrafo.

martes, 19 de mayo de 2020

Reseña: EL SUEÑO DEL CELTA, de Mario Vargas Llosa.



Las tres “C”: cristianismo, civilización y comercio, no eran otra cosa que un mal disfraz que cubría un ánimo horrendo de exterminio en masa. Tanto los indígenas africanos del Congo como los aborígenes de la Amazonía peruana, supieron en carne propia lo que el imperialismo y el colonialismo significaban en verdad y lo que traían consigo.

A través de las vivencias del irlandés Roger Casement en las espesuras selváticas congolesas y del Perú, somos testigos de cómo hombres “civilizados” dan rienda suelta a una barbarie única cuando de satisfacer su codicia se trata, reduciendo a un grado inferior que animales a distintas tribus indígenas, a quienes esclavizan con la finalidad de someter y extraerle la médula a la naturaleza, en este caso, el preciado caucho. En este camino de enriquecimiento de los foráneos, éstos no sólo buscan satisfacer su ambición económica, sino que también aprovechan las circunstancias para complacer su lado irracional y perverso mutilando, violando, torturando y asesinado a placer a los originarios de esos lugares tan remotos y escondidos al resto del mundo; donde la justicia y la ley son desplazados por la autoridad del chicote, el acero y la pólvora. 

La experiencia que Vargas Llosa nos narra en “El sueño del celta”, no solamente nos muestra paisajes de Europa, África y América de finales del siglo XIX e inicios del XX, sino que también esta travesía se extiende por las rutas infames y sádicas por las que el ser humano se atreve muchas veces a transitar, cuando de oprimir a sus semejantes se trata, al existir riquezas de por medio.

 “Había visto el mundo, su horizonte se amplió enormemente, entendió mejor la vida, la realidad humana, la entraña del colonialismo, la tragedia de tantos pueblos por culpa de esa aberración.”

. . .

De las novelas más violentas de MVLL.

¿Recomendable? Completamente.

7

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